San Juan Nepomuceno está lleno de gente alegre, amable y servicial. José Ubaldino Sierra, más conocido como Ubaldino, ‘el Indio’, fue una de estas personas. Esta es la historia de la partida de uno de los personajes que se esmeraba por mantener las tradiciones de su pueblo.

La gente se echaba maicena, espuma. Había música en los carros, en algunas casas y en las cantinas. Parecía una batalla de flores, un sábado de carnaval de esos que irónicamente se celebran en San Juan Nepomuceno y en varios municipios de Bolívar en la misma fecha de la fiesta más importante y reconocida de Barranquilla, en el departamento del Atlántico. Era 4 de junio de 2016.

Pero la gente también lloraba, en el ambiente era evidente cierta tristeza. Y también, la misma gente, estaba vestida de negro o de blanco. No era ninguna fiesta. ¿O sí? Era la despedida de unos de los personajes populares más queridos en San Juan: José Ubaldino Sierra.

El sepelio de Ubaldino, ‘el Indio’, como se hacía llamar, fue como lo pidió: como un carnaval.

A Ubaldino lo caracterizaba su alegría. Era fiestero y rumbero, pero quienes lo conocieron lo recuerdan como esa persona jocosa y amable que se preocupaba por mantener vivas las tradiciones en su pueblo.

Era uno de los promotores de los carnavales de San Juan y todos los años, sin falta, con sus típicos disfraces de “indio” o de “negro” y con sus muecas y peculiar forma de bailar, hacía un aporte a la cultura de su tierra natal.

Cuentan los más adultos que nunca habían visto “un entierro de esa magnitud” en el pueblo. Era impresionante ver la multitud que lo acompañó. “La gente le agradeció a ese señor lo que hacía por conservar las tradiciones de San Juan y su entierro, aprobado por sus hijos, fue como él siempre lo quiso... Eso me hizo recordar algo que hacen en Palenque, donde no solo se le llora a los muertos sino que a veces se les baila y se les canta”, cuenta el docente Pedro Mejía.

El día de su muerte, el 3 de junio de 2016, jugaba la Selección Colombia de fútbol contra Estados Unidos por la Copa América Centenario. Muchos no se enteraron de la noticia sino hasta el sábado en la mañana, cuando en la emisora de la población comenzaron a hablar de él y de lo que representaba para San Juan. Nadie quería creer lo sucedido. Estaban asombrados.

“Él era un artista, así lo declararon en el pueblo... Yo no pensé que la gente lo quería tanto hasta que vi su entierro. Él era chatarrero y, aunque tomaba mucho, era muy trabajador y tratable. Decía que iba a morir en la Plaza Olaya, donde hacen la plaza de toros, en medio de los picós, y ahí murió verdad, a sus 60 años”, cuenta su hermana Ana Beatriz Sierra.

Guillermina Salcedo, una de sus amigas, lo recuerda con nostalgia. “Él fue una persona que se destacó como un artista, fue una persona muy querida en el pueblo porque le ponía sabor al carnaval. Se destacaba en todas las actividades y fiestas tradicionales de San Juan y la gente lo admiraba. Él le daba vida al pueblo y eso lo comprobé el día de su sepelio... Cada año la gente estaba a la expectativa de su disfraz. Se pintaba de negro, de rojo o de verde para darse un toque diferente y llamar la atención. Ya no lo veremos más pero siempre lo recordaremos”.

Ya Ubaldino no está en San Juan, y en su humilde casa, a la orilla de un arroyo, tampoco está el letrero que decía “aquí vive ‘el Indio’ ”. Ya no seguirá haciendo parodias a las canciones de moda ni alegrando a la gente con sus muecas y con su baile, pero, para los sanjuaneros, seguirá estando presente entre ellos porque los contagió con su alegría.

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