En una zona céntrica de El Carmen de Bolívar está la Escuela de Música Lucho Bermúdez. Un epicentro cultural donde se entretejen, ‘cosechan’ y comienzan a florecer talentos artísticos de los Montes de María.

El lugar tal vez es uno de los edificios más modernos del municipio, de un particular diseño arquitectónico, en forma circular y fachada en ladrillos rojos. Diariamente acuden a él decenas de pequeños y adolescentes cargados de ganas por aprender y demostrar sus dotes musicales. Acordeones, saxofones, flautas, guacharacas, guitarras y otros instrumentos, retumban entre sus muros.

José Daniel Torres Fontalvo es uno de sus alumnos más destacados. Lo encontramos en uno de los salones, donde recibe clases, sumamente concentrado y ensimismado en las notas que parecían llegarle de lo más profundo del alma.

“El instrumento que me gusta tocar a mi es el acordeón. Me compraron uno de juguete cuando pequeño y desde ahí se me despertó el amor por el acordeón. Cuando me enteré que abrieron la escuela dije: ‘Esta es mi oportunidad’, me tengo que inscribir y aquí estoy haciendo lo que me gusta”, recordó.

La elaboración de las tradicionales galletas chepacorinas, el cultivo de aguacates y la devoción por su santa patrona: la Virgen del Carmen, son algunos iconos de los carmeros, como también lo es enormemente la amplia herencia musical del maestro, compositor y arreglista Lucho Bermúdez, nacido en estas tierras, cuyo legado es seguido por infinidad de músicos y por supuesto, por los alumnos de la institución que hoy lleva su nombre.

En la ‘capital’ de los Montes de María, como es llamado El Carmen entre sus habitantes, la gente vive en su mayoría del campo, sus pobladores trabajan de sol a sol para salir sacar a sus familias adelante, como es el caso del padre de José Daniel. Este joven carmero, a sus 13 años, lleva la música impregnada en su ser y en la Escuela de Música encontró la oportunidad de soltar todo su potencial.

Convencido de su talento, el adolescente agarró unas gallinas y unos pavos del patio de su casa, en el barrio Montecarmelo. Los vendió. Hizo lo mismo con unas frutas por varias semanas, completó con una recolecta entre familiares y hasta prestó dinero, todo para comprar un acordeón propio y perseguir sus sueños de convertirse en uno de los mejores intérpretes de este instrumento en los Montes de María. Consiguió uno azul, de segunda, pero en buen estado.

“Para mi y para mi familia ha sido bonito, pero también un poco duro, me ha tocado hacer grandes esfuerzos para comprar mi acordeón”, contó.

“Primero averigüé el instrumento, costaba millón 600 mil pesos... hasta vendí mangos en el colegio, eso fue duro pero aquí lo tengo. Reuniendo la plata para ese instrumento me tardé cuatro meses. Mi papá trabaja en un carro mula, hace viajes de un lado para el otro, le toca duro y me ayudó trabajando duro. Mis padres siempre me han apoyado en esto”, agregó.

Como esta son muchas las historias que se encuentran en la escuela Lucho Bermúdez, a donde llegan jóvenes y niños de diferentes lugares de la región y desde su apertura, dos años atrás, se ha convertido en una oportunidad clave para desarrollar sus talentos.

“Tenemos estudiantes de todos los Montes de María, pero además de los chicos que llegan a la escuela tenemos semilleros en 10 instituciones educativas y además atendemos cuatro corregimientos que son El Salado, Caracolí, el Hobo y San Isidro”, explicó Alfonso Cárdenas, director de la escuela.

La escuela es una apuesta del Plan Nacional de Música para la Convivencia del Ministerio de Cultura, que la construyó con una inversión aproximada de 3 mil millones de pesos, es operada por la Fundación Semana y la apyan la Gobernación de Bolívar y la Alcaldía Municipal.

Además de música, sus más de 500 estudiantes reciben formación integral y aprenden danza, literatura y poesía. “No solo se ha convertido el epicentro cultural de los Montes de María, sino que es un referente nacional, en conjunto con la escuelas de Yotoco (Valle del Cauca) y de Guatavita (Cundinamarca). En Iberoamérica también somos referentes, debido a que países como México, España y Brasil están muy pendientes de los procesos que llevamos aquí”, comentó Cárdenas.

“Tenemos un talento nato. Es como cuando llueve que está la tierra seca y empieza a brotar de un día para otro, así estamos acá. Los niños llevan eso en la sangre, se están yendo hacia adelante con todo el talento que llevan por dentro y la escuela ha sido el molde que los ha formado para que ese talento fluya. Tenemos gente que ha vuelto a pensar que sus sueños son posibles”, aseguró el director de la escuela de música Lucho Bermúdez.

La escuela ha participado de diferentes eventos culturales nacionales y trabaja en un proyecto de cooperación denominado Fuentes, con el Instituto Nacional de Música de Afganistán, que busca, entre otras cosas, intercambios culturales y que la escuela se convierta en un ‘brazo’ de ese instituto en Latinoamérica.

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